El Fantasma del Cementerio



Bajo las sombras de una negra noche,
una noche fría, olvidada por el tiempo,
prohibida a los ojos mortales,
mientras, atada a la furia,
la luna llena esparce su malevolencia,
un antiguo clamor se eleva en el viento,
trayendo una vieja maldición de vuelta a la realidad.

Un pasado de duelo, de lamento,
las historias de antaño permanecen tan fuertes,
el tiempo una ventisca de cenizas dispersas.

Un ser enfermo, descendiente de miseria,
gritando su pasado tal cruel pesadilla,
un relato de muerte penetrando el oscuro cielo,
una saga de sufrimiento horadando la marchita luz.

En la niebla de tiempos olvidados,
hubo un hombre que vivió en soledad,
sus ojos cerrados, nunca hallado su destino,
su corazón frío y nunca hallada su alma.

Agonizantes memorias forjaron un espíritu,
empuñando el dolor entre meras existencias,
entrelazado en la creación del abismo.

Una tragedia se avecinaba en el sendero de aquel hombre,
él, quien conoció el amor en una noche ya perdida,
cuyo ardor, una vez sentido,
fue la helada nieve que quedó para siempre.

Cual innombrable vestigio,
halló un brillo jamás visto,
silenciosamente, las sombras parecieron esfumarse.

La Muerte regocijada en su blanca tierra de sueños,
haciéndole odiar lo que tanto amó...

En su mano la hoja presta a amortajar,
en su mente la niebla de una rota ambición...

Él contempló entonces
aquel cuerpo que conoció en una fría noche,
sintiendo un profundo sufrimiento dentro de su corazón,
le habló a ella, con repentino silencio,
y le cerró sus ojos bajo las ocultas estrellas.

Impulsado por su estigma de fe,
ennegrecido su ser por absurdos dogmas,
su mano obediente e, insensato sentido
cobró una floreciente vida.

Lamentando un dolor que no podía ser soportado,
de nuevo solo en el vasto mundo,
el pesar invadió su ser,
consumiendo su odio, mostrando su crimen.

Se aborreció a si mismo y su traición,
maldijo su ser y su pleitesía con eterno rechazo,
atado a las cadenas de la pena
Por el resto de sus días.

Oscuros fantasmas, de la locura de su fe,
apartaron a su amada lejos de él,
sin despedir ese pedazo de su destrozada alma,
juró vengar su propia atrocidad.

La extrañó y la buscó,
pero ya fue tarde,
ella danzaba en aguas funéreas;
lloró por la vida que tomó,
condenado a vagar sin hallar perdón.

Oscurecido el cielo nocturno,
se escucha una voz desde las sombras,
un espectro de la noche, de cara a una tumba,
derramando lágrimas de antiguos tiempos perdidos.

Él halló la tristeza del ser errante,
más allá de luz y humanidad,
en su pecho el dolor de un pasado
cruzando las colinas de la eternidad.

Maldito ser, colector de odios,
quien tomó el juramento de vengar su infortunio,
ofreciendo su alma en lugar de su desdichada muerte,
ofreciendo su corazón al puñal y la espada.

Bajo las sombras de una negra noche,
mientras la luna llena esparce su malevolencia,
un demoníaco pesar se escucha desde lo oscuro,
clamando el nombre de un fantasma incorpóreo.

El dolor devino en su legado,
el sufrimiento su eterno yugo mortal...

Castigado por el crimen que jamás cometió,
sirviente de los designios del tiempo...

Cruel ser de la oscuridad que aparece a medianoche,
aguardando, pululando, entre las tumbas;
y aquella alcanzada por el odio y el puñal
jamás retornó de la tierra de los muertos.

Conocido y temido es ahora el fantasma del cementerio,
y aún en las noches se escucha su lamento,
alma que jamás halló su perdón,
y que yace eternamente buscando su sendero. 




2011 


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2 Comentarios

  1. Muy profundo y algo triste, pero me ha gustado.

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    1. Muchas gracias. Originalmente esto era la letra de una canción (de ahí su tono sombrío y algo trágico) escrita años atrás, que ahora retomé, la traduje al español y la convertí en un poema.

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